sábado, 11 de agosto de 2012

Goodbye.


Hoy quería hablar sobre un tema muy particular e importante para mí. Pero cuando estaba a punto de hacerlo sucedió algo que me afectó mucho. En realidad me enteré de algo que había sucedido hacía unos pocos minutos. Entonces el tema que ya había pensado para escribir hoy, se va a posponer para la próxima. Tal vez para mañana.
Lo que pasó es que falleció un señor que yo admiraba de la estaca mía de la iglesia. No voy a dar nombres porque, en mi opinión sería una falta de respeto. Realmente me afectó. Hacía casi 2 semanas que estaba internado en un sanatorio a 4 cuadras de mi casa y cada día empeoraba más. Un día que me había enojado con mis amigos y vine temprano  de una juntada decidí pasar a visitarlo al hospital. Era lo menos que podía hacer. A veces ocupo mi tiempo libre en estupideces que realmente no valen la pena y cuando venía en el colectivo sentí una impresión del espíritu que decía que tenía que ir a visitarlo. Fui y ahí estaba en la camilla. Estaba mal. Cuando entré le pregunté a su esposa, que es una amor de Dios, cómo estaba hoy. Y me dijo que fue uno de los peores días y que pensaba que la noche anterior casi se moría. Sentí tanta pena. Estuve 1 hora adentro. Y en un momento me senté en la silla y empecé a orar, no para que no muera, si no para que no sufra. Porque estaba mal, lo veía muy mal. Nunca antes lo había visto así. Parecía que la enfermedad lo consumía.  Apenas me fui del sanatorio cuando volvía del hospital, caminaba las 4 cuadras hacia mi casa y no caía. Realmente no caía. Conozco al hombre desde que nací y hacía un mes atrás lo había visto en mi barrio en perfecto estado. Viejo, por la edad, pero bien.
Siempre nos ponemos a quejar que porqué fallece siempre las mejores personas antes de los malditos ladrones, violadores y asesinos. Es normal. Hace muy poquito se cumplió un año del fallecimiento del primo de mi papá que tenía síndrome Down. Lo veíamos 3 veces al año, pero cuando nos juntábamos en familia, sentíamos un amor hermoso de parte de él. Falleció a los 33 años. Fue duro para su familia. Y si lo vez desde afuera, parece una injusticia de cómo se puede morir alguien tan especial. Un ángel. Pero cuando hice la oración para que éste hombre no sufra, fue ahí cuando aprendí un montón de cosas. Se puede decir a madurar sobre el tema de la muerte. Duele, la muerte, duele. Lo sé, pero gracias al conocimiento que tengo sobre el plan de salvación veo todo de diferente modo. Saber que hay una vida después de la muerte, te hace recapacitar sobre todo. Vez el fallecimiento de una persona como un adiós. No como un hasta siempre, como muchos dicen. Porque es un ‘chau’. Nada más. Yo sé que dentro de poco, en la segunda venida, lo voy a ver en el paraíso, igual que al primo de mi padre. Yo sé que van a estar ahí.  Se lo merecen. Dios sabe eso.
¿A caso no nos damos cuenta que la muerte nos llega a todos, tarde o temprano? Me siento un idiota y se me tiene que caer la cara a veces de la vergüenza porque soy un estúpido en no tomar las cosas en serio sobre este tema. Yo quiero fallecer con la mente segura que hice todo bien en esta vida. Desde ahora hay que actuar para sentirme así en el final de mis días. No desperdicien sus tiempos chicos, hagan ahora todo lo que tengan para mañana. #Si es más antes, mejor.#

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